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15 febrero 2012
ReZeteando: A Miriam Cruz, con asombro
Domingo Marte
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Querida Miriam: ¡Estás viva para contarlo!
No es un consuelo, pero ten pendiente que lo acontecido contigo sucede a diario en las calles y carreteras de nuestro país. Y por lo regular, con un desenlace fatídico.
Sin embargo, por tratarse de ti, ¡oh, que irónica es la vida a veces! precisamente por ser tú tan grácil mujer, artista, dulce e indefensamente vulnerable, en esta ocasión la tetra de la Policía se pasó de todos los límites.
Incalificable, partir de cualquier razonamiento y punto de vista, la noticia de la acción execrable me dejó petrificada. Aunque, y lo admitiré con amargura suprema, todo el mundo agradece a Dios que, por lo pronto, tú, tu esposo y el guardaespaldas salieron vivos de esta pesadilla. (Por supuesto, era demasiado grotesco “montar” un “intercambio de disparos” con ustedes).
Porque imagino que pudiste ver, como medio país lo ha hecho, el patético video de la ciudad de Bani, cuando un hombre detenido allí por la Policía y al lado de un “fiscal”, sí, lo repito al lado de un representante de la sociedad, recibió un disparo mortal por la espalda, ¡sí, asimismo, en la nuca, y por parte de un oficial “del cuerpo del orden!”
Habrás sentido idéntica repugnancia a la de esa madrugada pesarosa en que regresabas de Barahona, luego de una presentación artística, cuando miraste a tu guardaespaldas de rodillas (¡como de costumbre!), identificándose, clamando piedad (¡como de costumbre!), recibiendo dos tiros en las piernas (¡como de costumbre!), por uno de los agentes de la “institución” que los persiguieron a ustedes como si hubieran sido socios de un tal Figueroa Agosto (¿Cómo de costumbre?)…
Sabes Miriam, en algunos instantes, como mucha gente lo hace ahora, te preguntarás por qué tenía que pasarte ti, tan reconocida por todo el mundo, dedicada, trabajadora, querida, talentosa, aplaudida… Es que, a decir verdad, Miriam, por momentos una no sabe que será peor aquí, si correr de los delincuentes desalmados y bárbaros o de la propia Policía Nacional.
Sabido es, tu vehículo recibió el impacto de más de 50 balas. No tengo dudas de que Dios te quiere viva, para que sigas alegrándonos con tu voz de gorrión mimado y feliz. De cualquier modo, asaltada como he quedado por la vergüenza y la indignación, si bien me resigno a entenderlo, jamás terminare aceptándolo.
Porque, después de esto, Miriam, quien sabe cuándo y bajo cuales excusas le ocurrirá de nuevo otra persona, acaso con menos suerte que tú.
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